martes, 19 de enero de 2010

Capitulo 1, Parte 3

Esperaron a que finalizaran las clases de la mañana, y se dirigieron a hablar con el director para ver si lograban averiguar algo. Por el camino contemplaron el campo de entrenamiento, y sus pieles se empalidecieron hasta niveles enfermizos.
Era un lugar completamente distinto a como era antes, donde antes estaban las paredes lisas a las que estaban acostumbrados a escalar ahora se encontraba una montaña escarpada. Estacas afiladas acompañaban los riscos punzantes y rasposos que estaban a ras del suelo. Entre las briznas de hierbas les pareció ver algo parecido a cables, lo que les hizo encomendarse a la piedad de los profesores para que no fueran trampas.
En lugar del lago donde se realizaban los entrenamientos de pesca, natación, navegación y algún combate acuático, ahora se encontraba un pantano burbujeante, un hedor apestoso les llegó pese a estar a mas de cincuenta metros de ellos, por un momento Lyan estuvo segura de ver algo que deslizándose lentamente entre aquellos grumos de tierra y agua, aunque más que agua parecía mezcla de deshechos sólidos con más desechos líquidos, porque ese color púrpura amarillento no era algo que se consiguiera de forma natural.
Una vez acabaron de contemplar lo que quedaba del nuevo campo de entrenamiento, el cual a grandes rasgos era muy parecido, puesto que mayormente abundaban las estacas, cosas afiladas, cosas peligrosas y otras cosas indescriptibles que no habían visto en su vida, sin mencionar todas aquellas “cosas” que ambos estaban seguros de que eran criaturas no muy cariñosas ni amables que no tenían pinta de ser mansas y dóciles como cachorros. Comenzaron a moverse rápidamente hacia las dependencias del director.
Una vez llegaron allí, les tocó esperar como siempre, el pobre hombre, ya a sus ochenta y siete años, tenía demasiadas cosas que hacer y muy poco tiempo disponible, siempre se preguntaban como es que aún se despertaba con ganas de seguir trabajando, si ellos estuvieran en su lugar se harían pasar por enfermos o moribundos con tal de acabar el mandato y retomar una vida lo más normal posible.
-Adelante- sonó una voz decrépita y cansada desde detrás de la puerta.
Ambos pasaron y se encontraron en aquél despacho tan conocido para toda la escuela. Dos esqueletos de criaturas humanoides, pero con una cola saliendo de su pelvis y manos y pies con la misma forma palmeada, se encontraban a los lados de las puertas como si de guardianes se tratara, una gran cantidad de estatuillas, máscaras y objetos de lugares desconocidos para los muchachos adornaban las paredes y las estanterías, y el resto del espacio de la habitación estaba todo ocupado por libros que llevaban allí años, y contenían lenguas y conocimientos ya olvidados, nuevos, viejos, algunos incluso hablaban de lo mismo, pero escritos por distintas personas. Mientras curioseaban las cosas de la habitación en busca de algo nuevo, como hacían siempre que iban allí, Uryo se levantó y sacó algo de un cajón de su mesa.
-Mirad chicos, lo que me han enviado- Se acercaron rápidamente, Uryo siempre les mostraba objetos de todos los lugares del mundo y cada nuevo objeto que les enseñaba era más raro que el anterior.

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