martes, 12 de enero de 2010

Capitulo 1, Parte 1

Los rayos de luz del sol se deslizaban a través de la ventana inundando toda la habitación lentamente iban haciéndose visibles las manchas de comida y bebida sobre el suelo. Era un habitáculo amplio, veinte ruinosas literas acompañaban la madera carcomida de las paredes, con suerte aguantaban a los que tuvieran que dormir. Dos baúles de un metal negro como el cielo de una noche sin luna, con un cierre triangular en la parte superior de éste, custodiaban el pie de cada litera.
Un sonido quejumbroso recorrió la habitación como si de un susurro se tratara. Entre un barullo de mantas viejas y raídas que se encontraban en una esquina cerca de una de las literas, comenzó a removerse lentamente lo que parecía un cuerpo dolido, cansado, y principalmente resacoso, esos movimientos lentos y pausados fueron volviéndose más ágiles con el paso de los segundo para luego volver a enrollarse entre las mantas, éstas se apelotonaron alrededor de su cabeza y notó el frío del suelo en los dedos de los pies.
-Mierda, ya me he vuelto a caer otra vez, malditas literas- decía el muchacho mientras se levantaba perezosamente y lanzaba las mantas hacía su cama. Contempló el resto del barracón y en su cara se distinguió un gesto de preocupación y vergüenza.
Se dirigió a la cama que estaba bajo la de su litera, agarró por el hombro el cuerpo roncante que allí descansaba y comenzó a agitarle arriba y abajo, arremetiendo contra los ya estropeados muelles del colchón.
-Despierta maldita holgazana, ya es de día y solo quedamos nosotros dos- Dijo mientras volvía a echar un vistazo al resto del barracón- O nos damos prisa o el maestro Huoren nos volverá a castigar.
-¿Eh?, Venga tío que no es la primera vez que llegamos tarde-Contestó una voz que denotaba estar mordiendo la almohada- Nos reñirá como siempre, nos dirá que somos los peores alumnos como siempre, y por último nos dirá que retomemos el entrenamiento por donde esté…
-Como siempre-dijo con una sonrisa el muchacho ya levantado mientras tiraba las mantas hacia lo que era su cama.
-Si…-comenzó a decir la muchacha mientras se levantaba de la cama, y alargando los brazos para estirarse las articulaciones comenzaron a crujir-…hay que ver, creo que habré cogido una mala posición o algo esta noche porque me duele todo el cuerpo como nunca, me siento como si hubiera estado entrenando tres semanas seguidas.
-Ya, una mala posición. Esto es lo que pasa cuando nos acostamos dos horas antes de que amanezca tras la fiesta del Crecimiento Verde.
Mientras seguían discutiendo se dirigieron a sus respectivos baúles, introdujeron un dedo en los cierres triangulares. Del cierre de la muchacha salió un pequeño haz de luz azul, a la par que sonaba el movimiento de engranajes y ruedas, viejas y oxidadas, y el baúl comenzó abrirse.
-Mierda -sonó masculló el chico- Creo que este cierre está estropeado, cada vez tengo que meter más energía, me va a acabar dejando seco.
-A ver si lo que pasa es que te estás volviendo un inútil que ya no puede ni abrir un baúl-dijo ella con una sonrisa en la boca.
-Lyan, aquí la única inútil eres tú, que eres la que se tiraba unos cuatros minutos para escalar un simple muro de veinte metros-dijo él con una expresión irónica.
-Buah, chorradas, la superficie era muy arenosa y resbaladiza, y no había manera de adherirse- contestó - además…
-Déjate de excusas, de todos modos el cierre tiene que estar mal, desde hace una semana tengo que hacer el menos tres intentos para poder abrirlo.
-Pues díselo a los de mantenimiento-
-Claro para que me cobren el doble, primero intentando arreglarlo, cosa que no lo lograrán, porque ninguno vale para nada, y segundo haciéndome comprar otro baúl nuevo, y no es que nade en la abundancia ahora mismo precisamente. Pero no me preocupo, cuando domine el mundo, no necesitaré preocuparme por un rancio baúl de hace no se cuantos años.

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